Para poder avanzar en los retos a los que se enfrenta el mercado de bonos ESG, es necesario conocer cuáles son los pilares sobre los que se ha desarrollado este mercado. La financiación en los mercados de capitales se ha construido sobre la base de los principios de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA)[1], que han ido evolucionando para los distintos tipos de bonos y que, aun siendo voluntarios, son considerados como las mejores prácticas de mercado, aceptadas por emisores e inversores.
Estos principios han contribuido a la integridad del mercado de bonos ESG, principalmente porque promueven la transparencia y la divulgación de información. La emisión de bonos sostenibles exige la realización de un trabajo preparatorio por parte de la empresa o institución pública de la mano de sus asesores y equipos internos implicados, que le permitirán abordar este proceso con éxito. Por nuestra experiencia y la de nuestros clientes, éste es un proceso sencillo siempre que la empresa tenga ya una estrategia corporativa sostenible. Un emisor de bonos ESG debe facilitar información detallada a los inversores sobre cuál será el uso de los fondos, cómo es el proceso de evaluación y selección de proyectos para los que se busca financiación en el mercado, cuál va a ser la gestión de dichos fondos y, por ultimo y por ello no menos importante, reportará periódicamente a los inversores sobre la asignación final de los fondos del bono y sobre el impacto social y/o medioambiental logrado. El mercado también contempla la emisión de bonos vinculados a la sostenibilidad para aquellas empresas que, aunque su actividad no sea verde y/o social, cuentan con una estrategia de sostenibilidad firme. En este caso se establecen unos indicadores (KPIs) y unos objetivos de desempeño sostenibles (SPTs) que deben ser materiales y ambiciosos.
Estos principios de ICMA han sido y siguen siendo unos pilares fantásticos para el desarrollo de la financiación sostenible en los mercados de capitales, si bien los participantes del mercado (emisores, inversores, entidades financieras…) reclaman avanzar en la regulación de este mercado GSS+. El objetivo es aumentar la confianza de todas las partes y estandarizar las reglas del juego, de forma que los inversores simplifiquen su proceso de decisión, los emisores reduzcan el riesgo de greenwashing y se mejore la evaluación del impacto de esta financiación sostenible en los mercados.
La creciente regulación de las finanzas sostenibles en Europa nos ha llevado a un maremágnum de siglas, directivas y reglamentos (SFDR: Reglamento de Divulgación en materia de Finanzas Sostenibles; CSRD: Directiva de Reporting en Sostenibilidad Corporativa; ESRS: Estándares Europeos del Reporte en Sostenibilidad; EuGBS: Estándar Europeo de Bonos Verdes…). La regulación es necesaria, y de su sencillez o complejidad se derivará que sea un factor de impulso o un freno para el mercado. Lejos de trasladar una visión negativa del futuro del mercado, porque no la tengo, sí que parece que nos queda mucho trabajo por delante si tenemos en cuenta que ahora mismo además de la taxonomía europea, se están desarrollando en el mundo más de 25 taxonomías adicionales sin alineamiento alguno. En estos momentos la realidad es que las empresas, inversores y sector financiero nos encontramos en un entorno de cierta confusión, pendientes del desarrollo de reglamentos y trasposiciones nacionales que nos permitan tener una mayor claridad.
El supervisor europeo de los mercados de capitales (ESMA) ha decidido tomar cartas en el asunto y ha comunicado su plan de trabajo denominado Sustainable Finance Roadmap 2022-2024, priorizando la promoción de la transparencia, la reducción del greenwashing y el análisis de riesgos y vulnerabilidades de los mercados ESG.
[1] Green Bond Principles (GBP), Social Bond Principles (SBP), Sustainable Bond Guidelines (SBG) y Sustainability-linked Bond Principles (SLBP).