Con motivo de las XII Jornadas Financieras organizadas por Deusto Business School y Deusto Business Alumni y patrocinadas por Kutxabank Investment y Bilbao Plaza Financiera, aprovechamos este espacio de Actualidad en nuestra web corporativa para compartir nuestro artículo de opinión publicado en Deia, medio colaborador de las jornadas.
La actividad empresarial se encuentra en un contexto marcado por los descensos en los tipos de interés, la incertidumbre derivada del escenario geopolítico internacional —conflictos en Ucrania y Oriente Medio, así como la rivalidad entre Estados Unidos y China— y las políticas comerciales impuestas por Estados Unidos.
Las empresas vascas afrontan hoy grandes retos estratégicos que marcarán su competitividad en los próximos años. Entre los principales destacaríamos en primer lugar, el crecimiento, tanto orgánico —a través de la mejora de procesos y el refuerzo de sus capacidades internas— como inorgánico, mediante alianzas y operaciones corporativas que permitan ganar dimensión en un mercado global cada vez más exigente. En segundo lugar, la internacionalización, clave para diversificar riesgos y fortalecer la presencia en mercados donde las empresas vascas pueden consolidar su liderazgo. Y, por último, la innovación, no solo tecnológica sino también en modelos de negocio y organización, imprescindible para responder a los cambios sociales, energéticos y digitales que configuran el futuro de la economía.
Para poder abordar con éxito estos retos, diversificar las fuentes de financiación es clave. Hoy en día, la oferta de financiación es muy amplia tanto en tipo de instrumento (de capital, de deuda) como de tipo de financiador (private equities, family offices, fondos de deuda, entidades bancarias, mercado de capitales y fondos públicos). Todos comparten espacio en el ecosistema financiero y Euskadi no es ajeno a esta dinámica. En los últimos años se ha producido un notable aumento y diversificación de este tipo de financiadores e inversores para nuestro tejido empresarial.
El desafío para las empresas no es únicamente acceder a recursos, sino estructurar su financiación de forma equilibrada y alineada con su situación en la curva de desarrollo corporativo y su estrategia de futuro.
Una empresa, a lo largo de su trayectoria, atraviesa distintas etapas en las que sus necesidades de financiación y sus objetivos estratégicos cambian de manera significativa. En fases iniciales puede apoyarse en inversores privados, capital semilla o fondos públicos que respalden la innovación y el despegue del proyecto. Conforme madura y busca crecer, entran en juego instrumentos como la financiación bancaria, fondos de deuda, si hablamos de endeudamiento, o la entrada de socios industriales, vehículos de arraigo, fondos de capital riesgo, mercados alternativos de capitales…, si hablamos de participación en capital. En estadios más avanzados, cuando la ambición pasa por consolidar su internacionalización o diversificación, los mercados de capitales y las alianzas estratégicas cobran mayor relevancia.
En este recorrido, la clave reside en identificar en cada momento los socios y vehículos más adecuados para acompañar las aspiraciones de la compañía.
A pesar de que Euskadi cuenta con un ecosistema de financiación suficientemente amplio y sofisticado para responder a las diferentes necesidades de las empresas en sus diversas etapas de desarrollo, en muchos casos estos instrumentos no se utilizan lo suficiente o no se emplean de forma adecuada, por el desconocimiento y/o desconfianza en el seno de las organizaciones.
Las empresas que adoptan una gestión financiera profesionalizada están mejor posicionadas para atraer financiación en condiciones ventajosas. Cuando la dimensión lo permite, es conveniente tener un equipo financiero especializado en la captación y gestión estratégica del capital. En las empresas de menor tamaño es necesaria la predisposición de la propiedad/gerencia a esta gestión. En todos los casos es crítico el acompañamiento por buenos asesores de confianza. La financiación ha dejado de ser un proceso meramente administrativo para convertirse en un factor de competitividad, y aquellas compañías que diversifican sus fuentes de financiación, combinando banca, mercados, fondos privados e instrumentos públicos ganan resiliencia frente a ciclos cambiantes y aumentan su capacidad para aprovechar oportunidades de crecimiento.
En este contexto, elegir bien a los compañeros de viaje resulta determinante. Contar con asesores especializados en operaciones de M&A permite abordar procesos de crecimiento inorgánico con mayores garantías; dar entrada en el capital a fondos de private equity o venture capital que compartan la visión estratégica de la compañía facilita no solo la aportación de capital para crecer, sino también la mejora en la gestión y el acceso a nuevas redes y mercados.
Las compañías que logren estructurar su capital de manera diversificada, con disciplina financiera y visión estratégica, estarán en condiciones de liderar el nuevo ciclo económico.
El reto es equilibrar prudencia y ambición: prudencia, para gestionar los riesgos derivados de la inestabilidad global y ambición, para apostar por proyectos que refuercen la competitividad, modernicen la industria y sitúen a Euskadi en la primera línea de la economía europea. La financiación es la herramienta; el desafío, convertirla en crecimiento real y sostenible.