El ejercicio 2022 ha sido especialmente complicado para los mercados financieros, con un balance anual negativo en todos los tipos de activos, excepto en las commodities. No ha habido refugio para los inversores, salvo en las materias primas. Destacamos, en especial, el malísimo comportamiento de la renta fija. La agresividad sin precedentes de los bancos centrales concatenando subidas de tipos de interés, han ocasionado fortísimas caídas en los mercados de renta fija. Tanto los índices globales de bonos de gobiernos como los de crédito, acumulan retrocesos de doble digito no vistos en la historia reciente. Las bolsas también han tenido un año complicado, mostrando en muchos momentos caídas también de doble dígito. En cualquier caso, si es cierto que los mercados de renta variable finalizan el año con un mejor tono, con caídas de un digito bajo, gracias a la fuerte recuperación registrada en el mes de noviembre apoyada en la resiliencia que se está viendo en los datos macro y micro a pesar de las elevadísimas inflaciones, en la buenísima climatología de Europa que reducía la tensión en el gas y en el no tensionamiento adicional de la guerra de Ucrania.
De ahí, el título de este artículo: consideramos difícil que el 2023 sea peor que el 2022 en mercados financieros.